miércoles, 21 de agosto de 2013

Por un helado.

Hay veces en que me dan ganas de entrar a un McRoñas sólo para comer un delicioso y refrescante helado. No me gustan sus hamburguesas ni nada de eso, pero sus helados me pueden. Una vez estaba en uno de estos restaurantes en el Centro y qué cosa tan más extraña.

Me sentía como en el apocalipsis zombie de lo lleno que estaba, no me podía mover en ninguna dirección, si hubiera querido cambiar de idea y salirme, no habría podido. Sólo quedaba apechugar, seguir adelante. Hacía mucho calor, había mucha gente que lo único que quería era comer helado.

De pronto, un montón de personas trataron de entrar a la fuerza importándoles un pepino que el lugar estaba lleno y fue como estar en los carritos chocones... sin carritos, claro. Choqué con una señora de ascendencia africana que estaba enfrente de mí y de inmediato me disculpé diciéndole "perdón". ¿Su reacción? Verme con mirada asesina.

Lo que es más, seguía observándome con el mismo odio e insistía en hablarle mal de mí, a la que parecía que era su hija. Pasó un rato sin que la maldita fila se moviera y seguí atrapada en ella. En algún momento, la mujer se quitó de enfrente y me sentí aliviada.

Seguí preguntándome por qué esa actitud tan fea para conmigo, hasta que en algún punto tuve que pasar al baño después de comerme mi dichoso helado y la escuché hablando en inglés con su hija. Cuando pasé dijo algo así como que yo era la que la había empujado a propósito por nuestros colores de piel y que no era posible que también en México fueran racistas con ella.

O sea, la tipa era una afroamericana y dio por sentado que yo por ser pálida la había empujado con toda la intención por su color de piel. Pregunto, ¿no es igual de racista el pensar que yo lo hice a propósito por ser de diferentes razas? Lo que es más, es peor aún, porque está dando por sentado que ella es considerada inferior. Si alguien en ese lugar la consideraba inferior, era ella misma.

Bueno, tras sobrevivir a la marabunta de gente, el casi apocalipsis zombie (éramos zombies que se deshidrataban, también cuenta), la aplastada entre un montón de gente que, como siempre, eran mucho más altos que yo; además tuve que aguantar el racismo hacia mí en mi propio país de origen, por ser tan pálida.

Aunque esto no es algo nuevo. De hecho, me pasa mucho. Pasa una cosa muy curiosa en México: se te discrimina por ser de ascendencia africana, indígena, asiática, europea; etc., etc.

En mi caso, me discriminan porque dan por sentado que al ser tan pálida, veo a todos los demás como inferiores y voy a ser racista con ellos. Y no es así. He llegado a la conclusión de que el racismo es en ambos sentidos, porque eso que me hacen a mí, también es racista... y yo sólo quería comer un helado.

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