Tal vez no deba comenzar así pero creo conveniente hacerlo,
hace tiempo me di cuenta que ya no era su niño, ese niño que les hacía de
travesuras por donde fuera. Hoy soy lo que soy, casi un adulto y sé que es
difícil porque he crecido, es por eso que hoy les escribo, tal vez no me atreva
a decírselos cara a cara porque nunca me ha gustado hablar con ustedes de
frente, no me gusta ver las caras que ponen mientras hablo, de disgusto,
alegría, enojo y demás. Esperan algo más de mí, eso también lo sé, esperaban
mucho más hace dos años pero con lo sucedido sus expectativas se desparramaron
y está por los suelos, lamento haberlos desilusionado así, pero entiendan, no
es fácil llevar una vida llena problemas, preocupaciones, etc. ¿Que si no? Sí,
créanme que también sé que ustedes fueron adolescentes y ustedes también
entienden lo que pasa en esta edad, no es nada sencillo.
Siempre, todas las noches, me he cuestionado sobre qué es lo
que pasaría 30 años después, ¿Qué sucederá? Llegará el día en que tenga que
verlos partir, eso es obvio. Hoy sé que están disgustados por el rendimiento
académico que he estado llevando de los últimos dos años para acá, prometo dar
lo mejor en esta nueva oportunidad. Vamos al meollo del asunto, les escribí
esta carta por dos razones. Una, porque quiero que ahora me dejen hacer mi vida,
nunca he estado insatisfecho por el manejo de esta por ustedes, al contrario,
me dejaron hacer lo que quise, cuando tenía 15 años para abajo, pero ahora que
tengo 17 años ya no quieren ni dejar que salga a la tienda, ¿Será porque tiene
miedo a algo? En menos de 6 meses tendré la mayoría de edad, ¿No es eso
suficiente?
En la vida la gente quiere probar nuevas cosas, quiere ir de
viaje (en mi caso no), quieren vivir solos, tener su propio espacio, lejos de
los adultos que controlan su vida. Mi libertad yace en ustedes y siempre lo ha
sido pero es tiempo de que me dejen ir. Tengo una actitud libre en estos
momentos y siempre la he tenido, a estas alturas soy lo demasiadamente maduro
para estar solo y afrontar los problemas por mí mismo sin agachar la mirada al
paso de estas ni un amigo con el cuál cuente para refugiarme tras él cuando no
pueda controlar dichos problemas. Soy maduro, déjenme ir, ya estoy listo para
dejar a un lado la “mamitis y papitis” (que nunca tuve), sí, lo sé, les dolerá
cuando les diga es por eso que les escribí, no quería mirar sus rostros
mientras lloraban, quería hacerlo de una manera distinta.
Madre, sea cual sea mi decisión sé que estarás ahí para
respaldarme, porque eso es lo que has hecho durante toda mi vida y te lo
agradezco, has hecho de mí la persona que ahora soy, gracias a ti (y a tu mano
de hierro) sé tomar decisiones por mí mismo, no puedo echarme para atrás porque
me has enseñado que caminar y mirar hacia atrás es como no hacerlo porque no
estoy caminando; a veces odié tu manera de haberlo hecho pero eso no me quitó
las ganas de seguir adelante, vi durante mucho tiempo el abismo, supe que era
el miedo mismo, atravesé la realidad y me di cuenta que dentro del abismo no
había nada, sólo oscuridad, me dijiste que si le parpadeaba a los miedos y al
abismo estos me comerían vivo y no podría continuar, para mi buena suerte no lo
hice, pase sin temor y sólo vi tu silueta que me extendía la mano y me volvía a
llevar al camino. Gracias.
Padre, no es mucho lo que te puedo decir ni escribir,
solamente me queda mencionar que gracias a ti supe lo que eran los verdaderos
amigos, los momentos que se viven y jamás se olvidan, me contaste tus
experiencias, tus vivencias. Me enseñaste a andarme con cuidado ante el mundo,
como tener vías alternas cuando en una autopista ya no puedo avanzar, me
enseñaste a valorar la vida misma y la de los demás seres que habitan este
planeta es por eso que también quiero que entiendas que a esta edad tengo
necesidades diferentes a las de antes, ya no soy el niño que lloraba por dulces
o juguetes, tengo inquietud por vivir solo, por tener mi propio espacio, siento
que si me quedo con ustedes más tiempo la monotonía se hará cada vez más y más
frecuente. Gracias.
Y mi segunda y última razón por la cual les escribo es
porque quiero decirles que los quiero, nunca se los he dicho, ni en una carta,
ni en un mensaje, ni en persona, no lanzo “te quieros” al aire como si fueran aviones
de papel porque hay veces en que no se reciben con la intención con la que
vuela el avión, ¿Sí me explico? Dolerá verme partir pero es lo mejor ahora que
ya casi soy mayor, ustedes podrán tener más espacio, incluso más tiempo para
realizar sus actividades, ya no tendrán que lidiar con los problemas que causan
mis mascotas ni tampoco los problemas que yo genere, es increíble, ¿No? Sé que
no quieren y es martirizante pensar en la fecha en que me vaya, no les diré
cuando para no ponerlos a pensar. Gracias por todo lo que me dieron, por lo que
me enseñaron, por la ayuda que me brindaron, por los consejos, los regaños, los
conocimientos, pero sobre todo, gracias por estar cuando más los necesité.