lunes, 18 de febrero de 2013

El tiempo

Quinta entrada.

Me sorprende ver como ha pasado el tiempo, como se ha ido sin ningún rastro de su paso en la vida humana. Tengo recuerdos, casi nulos, de lo que algún día, o mejor dicho año, fue uno de los mejores de mi vida; sin duda, mis mejores años fueron segundo y tercero de secundaría pero, ¿Cuantos recuerdos conservo de todo eso? Si el tiempo se me fue de las manos como el agua corre por un río, a lo mejor tengo unos varios pero, ¿Qué pasa con los demás? No tengo certeza de dónde están, pero estoy casi seguro que siguen ahí.

¿Dónde quedó el tiempo perdido? Nadie sabe, se fue y tal vez para siempre, quizá ese tiempo lo hubiéramos empeñado en hacer cosas constructivas que nos ayudasen a ser mejores personas, quizá lo usamos para realizar actividades comunitarias o quizá lo utilizamos en cosas sin sentido y en eso fue en lo que gastamos nuestro tiempo. Solamente tenemos una vida, un tiempo, un presente que, a fin de cuentas, se queda para siempre, en algún lado, pero se queda.

¿Cuanto tiempo nos hemos puesto a pensar en aquellos momentos que vivimos en carne propia pero no recordamos? ¿Cuanto tenemos que dejar pasar para que vuelva a suceder un momento cómo ese? Si nos ponemos a pensar y a analizar hemos dejado pasar por lo menos 1/8 de nuestra vida en ese tiempo perdido; queremos ver lo que queremos aunque no podamos percibir lo obvio y lo que realmente importa, el tiempo. ¿Qué dejamos pasar? Dejamos pasar las idas, las salidas, las risas, la vida, el tiempo compartido, los amores, la familia, las oportunidades y el tiempo, simplemente el tiempo es el que ya no se recupera, ¡Jamás!

domingo, 17 de febrero de 2013

El viaje hacia la senectud.

Cuarta entrada.

Debo de admitir que me da miedo llegar a ésta edad, bueno, ¿A quién no? Es un camino del que nadie se salva, del que nadie está exento pero se debe llegar para completar el ciclo de la vida.
El proceso senil de los seres humanos por lo general es rápido, a veces lento, a veces apresurado pero a lo que debemos de temer realmente es a no vivir la vida, a no disfrutar los días que tenemos, podemos no llegar hasta ese punto. Es uno de los procesos que los seres humanos tenemos que afrontar con madurez y con la cara en alto, ¿Obviamente quién diría orgullosamente que tiene 60 años o más?

El viaje hacia la senectud, no se dice fácil cuando ya tienes unos cuantos años cumplidos, cuando ya faltan pocos para llegar hasta esas edades, de oro dicen algunos, tengo 17 años y pienso que ya estoy en edad senil o que ya está apunto de alcanzarme. Pero, ¿Cómo enfrentar el difícil viaje hacia la senectud? Preguntándole a alguien que ya pasó por esa época, él o ella sabrá como afrontarla, dirá que existen varios tipos de ayuda para dar la cara a la tan dichosa edad. Cuanto tiempo ha pasado, diremos cuando estemos allá, ¿Cuantos momentos y experiencias dejamos ir? Nos preguntaremos cuando estemos sentados en una silla mecedora rodeados de nuestros hijos y nietos.

¿Miedo? No hay por qué, es una etapa dura pero debemos saber llegar a ella con madurez, viviendo, amando, disfrutando, soñando, superando pero sobre todo con la cara en alto.

sábado, 16 de febrero de 2013

Juguemos

Tercera entrada.

¿Cuándo fue la última vez que jugaste? ¿Cuándo fue la última vez que te subiste a un juego inflable?

Yo recuerdo esos tiempos en los que, cuando niño, no teníamos que preocuparnos por nada, cuando podíamos jugar libremente sin miedo a que alguien nos juzgara, cuando sentíamos que lo único importante era nuestro juego. Pero, ¿Cuanto tiempo ha pasado desde que dejamos de jugar? No creo que haya pasado demasiado tiempo, digo, a pesar del esto no somos tan antaños, ¿O sí? Se supone que uno deja de jugar cuando se siente maduro, cuando cree que por tener 15, 16 años es lo suficientemente grande para dejar de hacerlo, para dejar de sostener un juguete, un sueño, pero sobre todo, dejaste de sostener tu niñez cuando tiraste ese último juguete.
¿Cuanto le lloraste a tus padres para que te compraran ese magnífico pedazo de plástico que tanto añorabas? ¿Cuantos berrinches tuviste que hacer para que te hicieran caso?
Todos tenemos un niño adentro, todos en algún momento tuvimos esos sueños que, con el pasar del tiempo, se hacían más y más grandes; ¿Hasta donde hemos llegado? Dejamos de creer en los sueños, dejamos de creer en las tardes de juego pero sobe todo, dejamos de jugar.
¿Y tú, cuándo fue la última vez que jugaste?