A veces pasan cosas increíbles, que cuando son contadas a otras personas que no estaban ahí, les cuesta imaginarse siquiera que puedan ser reales. Por ejemplo, encontrarte con alguien en el D. F. es una cosa prácticamente imposible. Encontrarte con un artista es todavía más raro. Pero que además de todo, sea un artista a quien admiras, uff... muy difícil de creer, ¿no? Pues me ha pasado. Dos veces.
Justo las dos veces fue el mismo artista que admiro. Y ambas veces se escondió para que yo no lo viera... cabe aclarar que ya me conocía en persona por firmas de autógrafos y ese tipo de cosas. Me tenía ubicada como su fan; pero también cabe aclarar que no ando por ahí buscándolo, pero obviamente, eso es justo lo que él pensó.
La primera vez que lo encontré, yo estaba estudiando inglés en una escuela muy buena (el Coronet Hall), que en aquél entonces estaba instalado en una casa antigua que había pertenecido al hijo de la fundadora de la escuela. Por cierto, esa casa está en la calle Colima, allí por Insurgentes.
Bueno, era sábado, no recuerdo la fecha exacta. Me había quedado sola en el salón, porque los demás fueron a una panadería (El Globo) que estaba cerca. No se me antojó ir con ellos, preferí quedarme a almorzar ahí en la escuela.
Fui al baño y al volver al salón soplándome las manos porque estaban mojadas y heladas, no me di cuenta de que en el edificio de al lado estaba aquel artista del que estoy hablando a quien admiro. Él tampoco se dio cuenta de que yo estaba ahí, hasta que volteó a su izquierda cuando yo iba de salida del salón que estaba justo enfrente del departamento de donde él iba saliendo.
Francamente, nunca me hubiera imaginado que me iba a topar con mi artista favorito en el edificio de al lado. ¿Ustedes se lo esperarían? Suena a una fantasía que alguien tendría estando despierto, más bien. Pero ahí estaba, y mejor me notó él a mí, que yo a él. Ni siquiera lo había visto. Sólo lo vi hasta que él se escondió atrás de una columna que había ahí. Literalmente hablando, me vio y se escondió.
No lo reconocí, sólo me pareció extraño y no lo entendí; pero no le di importancia. Le di la espalda al edificio de al lado, pensando que él se había ido. Pero no, seguía ahí, sólo estaba esperando a que yo gritara, saltara de un edificio al otro o algo así. Claro que no fue así. Para empezar, ni siquiera llevaba sus característicos lentes, me fue más difícil reconocerlo así. Cuando traté de comenzar a almorzar escuché a mis espaldas un "hey... hey... psss... psssssss... ¡¡¡voltea, voltea, voltea!!!"
Recuerdo haber pensado "qué cosa tan más extraña..." pero de todas maneras volteé y ahí estaba él, viéndome. Pero cuando no supo qué decirme, porque estaba más sacada de onda yo que él por habernos encontrado, se volvió a esconder mientras se reía nerviosamente. Me volví a voltear hacia el frente y pensé "ok... quieres jugar, ¿eh?"; sólo hasta que se rió reconocí su voz.
Así estuvo un rato, hablándome igual, pidiéndome que volteara y escondiéndose cada vez que yo lo hacía. Me hartó luego de que pasó las cinco veces de hacer lo mismo, porque no podía ni empezar a comer y tenía poco tiempo para almorzar como para estar con esos jueguitos y si no iba a hablarme o a saludarme al menos, ¿cuál era el punto? Lo escuché riéndose como niño, porque ya me había hecho enojar y lo notaba. Me metí al salón de nuevo, con mi yogurt y mi manzana intactos, tomé mi bolso y salí de ahí.
Cuando me dirigía a las escaleras sólo escuché cómo su risa se cortaba de tajo con un sonido como si tomara aire con la "i" y después me gritó "¡no! ¡¡¡Espera!!!", pero no lo hice. Ya era demasiado tarde. Me había colmado la paciencia.
Bueno, esa fue la primera vez que me lo topé en la calle, cuando no había ningún evento con fans ni nada. La segunda vez, iba por la calle de Jalapa en la Colonia Roma con mi madre. Pasamos al lado de una tienda de discos y ¡sorpresa! Ahí estaba él. Apenas me vio se fue hasta el fondo de la tienda.
En fin, ¿a ustedes les ha pasado algo así de raro? O incluso, como a mí, ¿algo doblemente raro? De ser así, aquí tienen este par de anécdotas para que no se sientan tan extraños. Y también, ¿qué hubieran hecho ustedes de estar en mi lugar?
Ah y una disculpa por no haber escrito el otro miércoles. Por eso traje una anécdota larga con otra mini, de pilón. Si acaso se preguntan de quién estoy hablando, puedo decir que este señor es un gran compositor y cantante mexicano. Que como podrán notar por ambas experiencias que narro aquí, es muy tímido. Formó parte de un dueto romántico muy exitoso. ¿Ya saben a quién me refiero?
miércoles, 25 de septiembre de 2013
miércoles, 4 de septiembre de 2013
¿Acaso soy la única?
Aquélla fue una de esas noches de poner música a todo volumen usando los audífonos. Sólo estuve escuchando canciones que me suben el ánimo, me hacen bailar, brincar, cantar y despeinarme. No recuerdo qué hora sería, pero era tarde, supongo que la mayoría de la gente sensata debería haber estado dormida. En cambio yo, estaba jugando a relajarme y alucinando que estaba en una pista de baile, un concierto o algo así.
Nada como poner una lista interminable de canciones en random. Que suene lo que venga y reaccionar a ello. De pronto aquí viene All Night Long de Kari Kimmel y como era natural, a brincar y cantar se ha dicho. ¿Soy la única que hace eso? Quizás no...
Si el cable de los audífonos no es muy largo, tomo la laptop y bailo con ella. ¿Se imaginan?
-¿me permite esta pieza?
-...
-interpretaré su silencio como un sí
Así que allí estaba bailando y cantando, ya sonaba Call Me Maybe de Carly Rae Jepsen, por unos minutos, me olvidé del mundo. Comencé a sentir más y pensar menos. Todo puede estar muy bien, en tanto la música no se detenga.
Si un pensamiento salvaje aparecía, repetía la misma canción una y otra vez, ponía música de esa que es pegajosa y no tiene letra muy profunda. Todo sea por acallar a mi mente al menos por un rato y activar a mi cuerpo bailando a lo idiota.
Y digo que a lo idiota, porque para ser franca, soy pésima para bailar... tampoco soy buena cantando, pero, ¿qué más da? Cuando llevas demasiado tiempo conteniendo lo que sientes, llega un punto en el que se desborda por sí mismo. Ya sea a través de la voz, cantando o a través del cuerpo, bailando. ¿Por qué no ambas?
Estar sola es bueno cuando tengo la oportunidad de hacer el ridículo y por un rato, sin que nadie me vea, ser yo en mi máxima expresión. Sin importarme lo que digan o piensen. No es bueno ser demasiado serio y hay que reírse de uno mismo.
Ya para cuando estaba sonando Freak The Freak Out de Victoria Justice, había olvidado por completo que era de noche, que debería de estar durmiendo en lugar de escuchar música sin parar. El sudor me perlaba la piel, la respiración me faltaba; pero no importaba. Era feliz, porque sí y ya.
De pronto recordé mis épocas de bailar ballet cuando era pequeña, me di la vuelta cual grácil bailarina y entonces vi a mi madre observándome con cara de WTF?!
Yo seguía en modo "no pienses, actúa", entonces sólo atiné a bajarme los audífonos, verla y decirle "¿¡qué onda?!", lo cual aumentó su estupefacción; pero no me dijo nada.
Nota mental: tal vez sea buena idea no emocionarse demasiado con la música o cerrar bien la puerta.
¿Les ha pasado algo así? ... ¿hola? En fin...
*le da play a All Night Long*
*baila*
*finaliza la transmisión*
Nada como poner una lista interminable de canciones en random. Que suene lo que venga y reaccionar a ello. De pronto aquí viene All Night Long de Kari Kimmel y como era natural, a brincar y cantar se ha dicho. ¿Soy la única que hace eso? Quizás no...
Si el cable de los audífonos no es muy largo, tomo la laptop y bailo con ella. ¿Se imaginan?
-¿me permite esta pieza?
-...
-interpretaré su silencio como un sí
Así que allí estaba bailando y cantando, ya sonaba Call Me Maybe de Carly Rae Jepsen, por unos minutos, me olvidé del mundo. Comencé a sentir más y pensar menos. Todo puede estar muy bien, en tanto la música no se detenga.
Si un pensamiento salvaje aparecía, repetía la misma canción una y otra vez, ponía música de esa que es pegajosa y no tiene letra muy profunda. Todo sea por acallar a mi mente al menos por un rato y activar a mi cuerpo bailando a lo idiota.
Y digo que a lo idiota, porque para ser franca, soy pésima para bailar... tampoco soy buena cantando, pero, ¿qué más da? Cuando llevas demasiado tiempo conteniendo lo que sientes, llega un punto en el que se desborda por sí mismo. Ya sea a través de la voz, cantando o a través del cuerpo, bailando. ¿Por qué no ambas?
Estar sola es bueno cuando tengo la oportunidad de hacer el ridículo y por un rato, sin que nadie me vea, ser yo en mi máxima expresión. Sin importarme lo que digan o piensen. No es bueno ser demasiado serio y hay que reírse de uno mismo.
Ya para cuando estaba sonando Freak The Freak Out de Victoria Justice, había olvidado por completo que era de noche, que debería de estar durmiendo en lugar de escuchar música sin parar. El sudor me perlaba la piel, la respiración me faltaba; pero no importaba. Era feliz, porque sí y ya.
De pronto recordé mis épocas de bailar ballet cuando era pequeña, me di la vuelta cual grácil bailarina y entonces vi a mi madre observándome con cara de WTF?!
Yo seguía en modo "no pienses, actúa", entonces sólo atiné a bajarme los audífonos, verla y decirle "¿¡qué onda?!", lo cual aumentó su estupefacción; pero no me dijo nada.
Nota mental: tal vez sea buena idea no emocionarse demasiado con la música o cerrar bien la puerta.
¿Les ha pasado algo así? ... ¿hola? En fin...
*le da play a All Night Long*
*baila*
*finaliza la transmisión*
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