sábado, 14 de marzo de 2015

Las caricaturas en tiempos del pasado y del presente.

Desde niños nos preguntamos a dónde irán todas esas "estrellas" que protagonizan nuestras series favoritas animadas, pensamos que jamás acabaran por el hecho de ser niños y que siempre estarán esos personajes en nuestra cabeza, nuestro presente y nuestro corazón; ignoramos el hecho de que son sólo eso, caricaturas. Antes, eran caricaturas que gustaban a todo tipo de público, desde el más pequeño hasta al más grande, eran historias inteligentes, unas tontas, algunas interesantes, pero atrapaban a cualquier persona con tan sólo ver un episodio o bastaban unos cuántos minutos para que ese alguien se convirtiera en un fan, sí, eso era. 

Miles de historias y miles de horas de trabajo de los caricaturistas y producción para que al final, su trabajo se viera reflejado en una pantalla que la gente disfrutaba, esperando el siguiente capítulo; historias que forman parte de nuestra imaginación hoy en día y que hasta la fecha no se olvida. Eso era una forma muy interesante de quitar el estrés, llegar a tu casa, prender el televisor y ponerle a tu caricatura favorita, no importa cuál haya sido, tú podías disfrutarla casi sin ninguna distracción aunque a veces no pudieras verla por causas de fuerzas mayores. No importaba el género, si era Dragon Ball Z o Tom & Jerry, si lo querías, eras capaz de olvidarte del mundo por una o media hora, eras libre de todo el estrés general que te causaba el mundo, eras libre de los cánones de tu trabajo o la escuela, simplemente, eras libre para ser un niño otra vez. 

Clásicos televisivos de aquellas épocas, películas animadas emblemáticas que marcaron nuestra infancia y que lo siguen haciendo, quién olvidaría a La Pantera Rosa, los chicos Eds (Ed, Edd & Eddy) o la pandilla de Los Chicos del Barrio, clásicos de canales como Cartoon Network, Nickelodeon y Disney que hoy al parecer se olvidaron de eso, de sus fans, de los fans que amaban esas caricaturas y que esperaban horas, inclusive días para ver un nuevo episodio. Todo se ha ido al baúl de los recuerdos, con el tiempo todo se va quedando atrás. 

¿Qué ha pasado realmente? 

Mercadotecnia, eso es lo que ha pasado, a la gente de hoy en día, sobre todo a los niños, ya no les interesa ver una historia bien desarrollada, con buenos personajes, con un buen ambiente, que llame la atención de muchos, de un público que está esperando a que los reten... Eso ahora ya no importa, los niños quieren ver a un personaje amorfo, estúpido, que sólo impresione por su forma de hablar y actuar, al parecer los creadores de hoy se han basado mucho en eso, para crear una temática seca, sin sentido alguno, al que sólo le importe vender juguetes y cualquier otro artilugio de esta caricatura. 


En estos tiempos es difícil diferenciar una caricatura de otra, los personajes son tontos, actúan de acuerdo a un gusto banal, hablan sartas de tonterías; ya no es la misma temática que antes, un claro ejemplo de esto, es ma famosa caricatura "Pokémon", esta, ya no tiene sentido alguno, con el paso de los años encuentran más criaturas que en temporadas pasadas se estimaba que el número de estos "animales" no llegaba a los 200, hoy en las nuevas temporadas, revasa esa cifra. A los caricaturistas de hoy (en mi opinión más profunda y aunque suene crudo) ya no les interesa hacer buenos trabajos y prueba de esto son las caricaturas "Un Show Más" y "Hora de Aventura", estas carecen de mucho sentido, sin dejar a un lado que los dibujos no están para nada hechos bien, tienen un toque de comedia que es muy absurdo y muy tonto, nada que ver con cómo era todo antes.

domingo, 2 de marzo de 2014

La violencia, un régimen estúpido en la sociedad.

Muchas veces me he preguntado el por qué de una acción violenta, no le encuentro sentido alguno. El ser humano tal vez se sienta seguro al usar los golpes para arreglar cualquier situación, pero no debe ser así; los tiempos han cambiado, pero parece que no, siento que cada vez estamos dando un paso hacia atrás en lugar de seguir adelante, no entiendo, la violencia jamás arreglará nada, nunca ha sido la respuesta y tampoco ha sido la manera más fácil de dar la cara a los problemas. ¿Qué le estamos enseñando a las nuevas generaciones? Cuando crezcan no usarán la cabeza, usarán los golpes, pero con los puños no se piensa. Los niños son una esponja, ellos absorben todo lo que ven y escuchan, desde un programa hasta las acciones de sus padres y demás familiares, si tú le enseñas a un niño a ser violento, ese niño toda su vida empleará la violencia. 

No se puede vivir así, en un mundo donde rige un comportamiento brutal, donde no se puede vivir en paz. Llegar al perdón en situaciones violentas no significa que todo se olvida, tal vez el perdón "sane" las heridas sentimentales, pero jamás sanará el golpe; una actitud tolerante ante situaciones de esta índole al parecer ya tampoco sirve, he visto demasiada violencia en este mundo como para darme cuenta que lejos de los cánones del régimen político, el ser humano ya emplea la violencia cotidianamente, sin una explicación lógica, sin ningún uso de razón y consciencia de que están lastimando a terceros, no sólo al afectado, siempre habrá alguien más que será dañado psicológicamente (llámese hijo en lugar de violencia intrafamiliar). 

Tal vez es mi capacidad de ser demasiado tolerante ante estas brutales situaciones que puedo responder con simples palabras y arreglar un problema sin llegar a usar algún tipo de violencia, eso debe ser, creo que la gente debería seguir ese ejemplo, ir por un lado donde ese estúpido régimen se quede atrás, en años donde sólo se pueda recordar. Hasta ahora lo que veo es que todo se va a la basura, ya a nadie le interesa dialogar para arreglar un problema, siempre se debe arreglar con golpes o gritos, no debe ser así, la gente debe cambiar, debe comenzar a olvidarse de un término al cual está muy acostumbrada, debe comenzar a cambiar su manera de pensar, actuar y ver las cosas, sí, tal vez no sea sencillo, pero por algo se empieza.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Escarcha de luz.

Era de madrugada, no sabía exactamente qué hora era, pero todo estaba muy obscuro. Me despertó un haz de luz que desgarró la noche más allá del pasillo. ¿Qué era eso? Salí de la cama y mis pies se helaron casi de inmediato al tocar el piso. Mi vieja pijama comenzaba a quedarme pequeña: mis tobillos y muñecas quedaban expuestos al frío invierno, pero no me importaba. Quería averiguar de dónde venía esa luz.

Teniendo siete años, la curiosidad es natural. De haber sido más grande, habría pensado que podía ser un ladrón, sin embargo ese pensamiento nunca se asomó por mi mente. Después de todo, era Nochebuena. ¿Qué ladrón iba a trabajar en Nochebuena?

Las esferas del árbol tintineaban delicadamente iluminando mis pasos con sus rayos de luz. Al salir del pasillo vi a un hombre alto y gordinflón parado al lado del árbol. ¿Era él? Se dio vuelta y una parte de mí gritó por mis adentros "¡es él!"; sus mejillas sonrosadas, su cabello blanco y su expresión dulcemente tierna lo confirmaban. No había duda alguna, era él.

Su traje y el sombrero rojo carmín con detalles blancos así como el cinturón negro resplandecían con la luz que de él emanaba. Sí, la luz que había llegado hasta mi cuarto provenía de él. Llevaba con él un enorme saco que cargaba con facilidad, como si fuera ligero; pero se veía tan lleno que costaba creer que lo sostuviera con una sola mano mientras escarbaba con la otra en su interior.

Sonreí y él lo hizo de vuelta. Acercó su enguantada mano izquierda a la boca y me hizo una seña "shhhh". Lo imité con una risilla cosquilleándome los labios. Guiñó el ojo y se desvaneció entre un montón de resplandecientes copos de nieve que me salpicaron la cara y las manos.

Cerré los ojos y los abrí de nuevo. Todo se había ido, pero mi piel seguía salpicada de luz. Volví a la cama sin hacer ruido y el sueño se apoderó de mí rápidamente. Podría jurar que dormí sonriendo. A la mañana siguiente, todo parecía un sueño... pero algo me decía que no era así. Miré mis manos otra vez y seguían brillando. ¿Era posible?

Jojojo.

lunes, 16 de diciembre de 2013

El viaje hacia la Navidad.

Ya falta poco para navidad.

A tan sólo 8 días de Navidad he visto con cuántas ansias esperan tan especial fecha pues en los viajes que he hecho por la ciudad se nota como corre el espíritu navideño en las casas, automóviles y árboles de la calle y demás.

Hace unos días hice un viaje a equis parte de la ciudad donde tuve la oportunidad de ver el anochecer en esta zona; todo se iluminó en cuanto cayeron las 8 de la noche, parecía que en realidad era de día por tantas luces amarillas y algunas de colores que resplandecían en toda la cuadra, muñecos enormes, árboles llenos de luces, adornos y y poco de nieve artificial se dejaba ver en algunas casa. En esta calle se vive la navidad desde antes, se notaba, por supuesto, apenas caminabas unos pasos y creías que ya era 24 de diciembre, se podía sentir tanto espíritu, respirarlo, verlo e imaginar lo increíble que se pondría en 8 días.

En realidad pensé que ya era navidad, tan sólo bastó caminar para darme cuenta que de toda la maravilla de aquella calle sólo era verdadero el ambiente casi artificial, tal vez cuando pase la navidad y año nuevo todo sea diferente y monótono, en algunos días quitarán los adornos, la nieve, las luces etc. y no pude evitar pensar en lo mejor que sería la vida de las personas si fuera navidad todos los días; la gente sería amable (tal vez), se convertirían en mejores personas.

No importan los regalos o el materialismo que todos los años se da, la lucha incansable por acertar en el obsequio adecuado para quienes amas; la cena, la convivencia, eso es lo que importa más, una buena convivencia en esta navidad lo es todo, ¿Te peleaste con alguien a quien amas? ¿Un familiar, un amigo? ¡Qué va! Estás a tiempo de poder dejar el orgullo atrás y decirle a esas personas lo importantes que son en tu vida, no dejes que pase el tiempo y poco a poco se vayan alejando. ¡Estás a tiempo!

En fin, que todo lo que quieres se haga realidad, bla, bla, bla, ¡Feliz navidad y próspero año nuevo 2014!

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Encuentros inesperados.

A veces pasan cosas increíbles, que cuando son contadas a otras personas que no estaban ahí, les cuesta imaginarse siquiera que puedan ser reales. Por ejemplo, encontrarte con alguien en el D. F. es una cosa prácticamente imposible. Encontrarte con un artista es todavía más raro. Pero que además de todo, sea un artista a quien admiras, uff... muy difícil de creer, ¿no? Pues me ha pasado. Dos veces.

Justo las dos veces fue el mismo artista que admiro. Y ambas veces se escondió para que yo no lo viera... cabe aclarar que ya me conocía en persona por firmas de autógrafos y ese tipo de cosas. Me tenía ubicada como su fan; pero también cabe aclarar que no ando por ahí buscándolo, pero obviamente, eso es justo lo que él pensó.

La primera vez que lo encontré, yo estaba estudiando inglés en una escuela muy buena (el Coronet Hall), que en aquél entonces estaba instalado en una casa antigua que había pertenecido al hijo de la fundadora de la escuela. Por cierto, esa casa está en la calle Colima, allí por Insurgentes.

Bueno, era sábado, no recuerdo la fecha exacta. Me había quedado sola en el salón, porque los demás fueron a una panadería (El Globo) que estaba cerca. No se me antojó ir con ellos, preferí quedarme a almorzar ahí en la escuela.

Fui al baño y al volver al salón soplándome las manos porque estaban mojadas y heladas, no me di cuenta de que en el edificio de al lado estaba aquel artista del que estoy hablando a quien admiro. Él tampoco se dio cuenta de que yo estaba ahí, hasta que volteó a su izquierda cuando yo iba de salida del salón que estaba justo enfrente del departamento de donde él iba saliendo.

Francamente, nunca me hubiera imaginado que me iba a topar con mi artista favorito en el edificio de al lado. ¿Ustedes se lo esperarían? Suena a una fantasía que alguien tendría estando despierto, más bien. Pero ahí estaba, y mejor me notó él a mí, que yo a él. Ni siquiera lo había visto. Sólo lo vi hasta que él se escondió atrás de una columna que había ahí. Literalmente hablando, me vio y se escondió.

No lo reconocí, sólo me pareció extraño y no lo entendí; pero no le di importancia. Le di la espalda al edificio de al lado, pensando que él se había ido. Pero no, seguía ahí, sólo estaba esperando a que yo gritara, saltara de un edificio al otro o algo así. Claro que no fue así. Para empezar, ni siquiera llevaba sus característicos lentes, me fue más difícil reconocerlo así. Cuando traté de comenzar a almorzar escuché a mis espaldas un "hey... hey... psss... psssssss... ¡¡¡voltea, voltea, voltea!!!"

Recuerdo haber pensado "qué cosa tan más extraña..." pero de todas maneras volteé y ahí estaba él, viéndome. Pero cuando no supo qué decirme, porque estaba más sacada de onda yo que él por habernos encontrado, se volvió a esconder mientras se reía nerviosamente. Me volví a voltear hacia el frente y pensé "ok... quieres jugar, ¿eh?"; sólo hasta que se rió reconocí su voz.

Así estuvo un rato, hablándome igual, pidiéndome que volteara y escondiéndose cada vez que yo lo hacía. Me hartó luego de que pasó las cinco veces de hacer lo mismo, porque no podía ni empezar a comer y tenía poco tiempo para almorzar como para estar con esos jueguitos y si no iba a hablarme o a saludarme al menos, ¿cuál era el punto? Lo escuché riéndose como niño, porque ya me había hecho enojar y lo notaba. Me metí al salón de nuevo, con mi yogurt y mi manzana intactos, tomé mi bolso y salí de ahí.

Cuando me dirigía a las escaleras sólo escuché cómo su risa se cortaba de tajo con un sonido como si tomara aire con la "i" y después me gritó "¡no! ¡¡¡Espera!!!", pero no lo hice. Ya era demasiado tarde. Me había colmado la paciencia.

Bueno, esa fue la primera vez que me lo topé en la calle, cuando no había ningún evento con fans ni nada. La segunda vez, iba por la calle de Jalapa en la Colonia Roma con mi madre. Pasamos al lado de una tienda de discos y ¡sorpresa! Ahí estaba él. Apenas me vio se fue hasta el fondo de la tienda.

En fin, ¿a ustedes les ha pasado algo así de raro? O incluso, como a mí, ¿algo doblemente raro? De ser así, aquí tienen este par de anécdotas para que no se sientan tan extraños. Y también, ¿qué hubieran hecho ustedes de estar en mi lugar?

Ah y una disculpa por no haber escrito el otro miércoles. Por eso traje una anécdota larga con otra mini, de pilón. Si acaso se preguntan de quién estoy hablando, puedo decir que este señor es un gran compositor y cantante mexicano. Que como podrán notar por ambas experiencias que narro aquí, es muy tímido. Formó parte de un dueto romántico muy exitoso. ¿Ya saben a quién me refiero?

miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Acaso soy la única?

Aquélla fue una de esas noches de poner música a todo volumen usando los audífonos. Sólo estuve escuchando canciones que me suben el ánimo, me hacen bailar, brincar, cantar y despeinarme. No recuerdo qué hora sería, pero era tarde, supongo que la mayoría de la gente sensata debería haber estado dormida. En cambio yo, estaba jugando a relajarme y alucinando que estaba en una pista de baile, un concierto o algo así.

Nada como poner una lista interminable de canciones en random. Que suene lo que venga y reaccionar a ello. De pronto aquí viene All Night Long de Kari Kimmel y como era natural, a brincar y cantar se ha dicho. ¿Soy la única que hace eso? Quizás no...

Si el cable de los audífonos no es muy largo, tomo la laptop y bailo con ella. ¿Se imaginan?

-¿me permite esta pieza?
-...
-interpretaré su silencio como un sí

Así que allí estaba bailando y cantando, ya sonaba Call Me Maybe de Carly Rae Jepsen, por unos minutos, me olvidé del mundo. Comencé a sentir más y pensar menos. Todo puede estar muy bien, en tanto la música no se detenga.

Si un pensamiento salvaje aparecía, repetía la misma canción una y otra vez, ponía música de esa que es pegajosa y no tiene letra muy profunda. Todo sea por acallar a mi mente al menos por un rato y activar a mi cuerpo bailando a lo idiota.

Y digo que a lo idiota, porque para ser franca, soy pésima para bailar... tampoco soy buena cantando, pero, ¿qué más da? Cuando llevas demasiado tiempo conteniendo lo que sientes, llega un punto en el que se desborda por sí mismo. Ya sea a través de la voz, cantando o a través del cuerpo, bailando. ¿Por qué no ambas?

Estar sola es bueno cuando tengo la oportunidad de hacer el ridículo y por un rato, sin que nadie me vea, ser yo en mi máxima expresión. Sin importarme lo que digan o piensen. No es bueno ser demasiado serio y hay que reírse de uno mismo.

Ya para cuando estaba sonando Freak The Freak Out de Victoria Justice, había olvidado por completo que era de noche, que debería de estar durmiendo en lugar de escuchar música sin parar. El sudor me perlaba la piel, la respiración me faltaba; pero no importaba. Era feliz, porque sí y ya.

De pronto recordé mis épocas de bailar ballet cuando era pequeña, me di la vuelta cual grácil bailarina y entonces vi a mi madre observándome con cara de WTF?!

Yo seguía en modo "no pienses, actúa", entonces sólo atiné a bajarme los audífonos, verla y decirle "¿¡qué onda?!", lo cual aumentó su estupefacción; pero no me dijo nada.

Nota mental: tal vez sea buena idea no emocionarse demasiado con la música o cerrar bien la puerta.

¿Les ha pasado algo así? ... ¿hola? En fin...

*le da play a All Night Long*
*baila*
*finaliza la transmisión*

jueves, 29 de agosto de 2013

Carta a los padres. Inquietudes de los adolescentes hoy en día.

Tal vez no deba comenzar así pero creo conveniente hacerlo, hace tiempo me di cuenta que ya no era su niño, ese niño que les hacía de travesuras por donde fuera. Hoy soy lo que soy, casi un adulto y sé que es difícil porque he crecido, es por eso que hoy les escribo, tal vez no me atreva a decírselos cara a cara porque nunca me ha gustado hablar con ustedes de frente, no me gusta ver las caras que ponen mientras hablo, de disgusto, alegría, enojo y demás. Esperan algo más de mí, eso también lo sé, esperaban mucho más hace dos años pero con lo sucedido sus expectativas se desparramaron y está por los suelos, lamento haberlos desilusionado así, pero entiendan, no es fácil llevar una vida llena problemas, preocupaciones, etc. ¿Que si no? Sí, créanme que también sé que ustedes fueron adolescentes y ustedes también entienden lo que pasa en esta edad, no es nada sencillo.

Siempre, todas las noches, me he cuestionado sobre qué es lo que pasaría 30 años después, ¿Qué sucederá? Llegará el día en que tenga que verlos partir, eso es obvio. Hoy sé que están disgustados por el rendimiento académico que he estado llevando de los últimos dos años para acá, prometo dar lo mejor en esta nueva oportunidad. Vamos al meollo del asunto, les escribí esta carta por dos razones. Una, porque quiero que ahora me dejen hacer mi vida, nunca he estado insatisfecho por el manejo de esta por ustedes, al contrario, me dejaron hacer lo que quise, cuando tenía 15 años para abajo, pero ahora que tengo 17 años ya no quieren ni dejar que salga a la tienda, ¿Será porque tiene miedo a algo? En menos de 6 meses tendré la mayoría de edad, ¿No es eso suficiente?

En la vida la gente quiere probar nuevas cosas, quiere ir de viaje (en mi caso no), quieren vivir solos, tener su propio espacio, lejos de los adultos que controlan su vida. Mi libertad yace en ustedes y siempre lo ha sido pero es tiempo de que me dejen ir. Tengo una actitud libre en estos momentos y siempre la he tenido, a estas alturas soy lo demasiadamente maduro para estar solo y afrontar los problemas por mí mismo sin agachar la mirada al paso de estas ni un amigo con el cuál cuente para refugiarme tras él cuando no pueda controlar dichos problemas. Soy maduro, déjenme ir, ya estoy listo para dejar a un lado la “mamitis y papitis” (que nunca tuve), sí, lo sé, les dolerá cuando les diga es por eso que les escribí, no quería mirar sus rostros mientras lloraban, quería hacerlo de una manera distinta.

Madre, sea cual sea mi decisión sé que estarás ahí para respaldarme, porque eso es lo que has hecho durante toda mi vida y te lo agradezco, has hecho de mí la persona que ahora soy, gracias a ti (y a tu mano de hierro) sé tomar decisiones por mí mismo, no puedo echarme para atrás porque me has enseñado que caminar y mirar hacia atrás es como no hacerlo porque no estoy caminando; a veces odié tu manera de haberlo hecho pero eso no me quitó las ganas de seguir adelante, vi durante mucho tiempo el abismo, supe que era el miedo mismo, atravesé la realidad y me di cuenta que dentro del abismo no había nada, sólo oscuridad, me dijiste que si le parpadeaba a los miedos y al abismo estos me comerían vivo y no podría continuar, para mi buena suerte no lo hice, pase sin temor y sólo vi tu silueta que me extendía la mano y me volvía a llevar al camino. Gracias.

Padre, no es mucho lo que te puedo decir ni escribir, solamente me queda mencionar que gracias a ti supe lo que eran los verdaderos amigos, los momentos que se viven y jamás se olvidan, me contaste tus experiencias, tus vivencias. Me enseñaste a andarme con cuidado ante el mundo, como tener vías alternas cuando en una autopista ya no puedo avanzar, me enseñaste a valorar la vida misma y la de los demás seres que habitan este planeta es por eso que también quiero que entiendas que a esta edad tengo necesidades diferentes a las de antes, ya no soy el niño que lloraba por dulces o juguetes, tengo inquietud por vivir solo, por tener mi propio espacio, siento que si me quedo con ustedes más tiempo la monotonía se hará cada vez más y más frecuente. Gracias.


Y mi segunda y última razón por la cual les escribo es porque quiero decirles que los quiero, nunca se los he dicho, ni en una carta, ni en un mensaje, ni en persona, no lanzo “te quieros” al aire como si fueran aviones de papel porque hay veces en que no se reciben con la intención con la que vuela el avión, ¿Sí me explico? Dolerá verme partir pero es lo mejor ahora que ya casi soy mayor, ustedes podrán tener más espacio, incluso más tiempo para realizar sus actividades, ya no tendrán que lidiar con los problemas que causan mis mascotas ni tampoco los problemas que yo genere, es increíble, ¿No? Sé que no quieren y es martirizante pensar en la fecha en que me vaya, no les diré cuando para no ponerlos a pensar. Gracias por todo lo que me dieron, por lo que me enseñaron, por la ayuda que me brindaron, por los consejos, los regaños, los conocimientos, pero sobre todo, gracias por estar cuando más los necesité.